En esos casos, la regla que puede tomarse es: que cuando se plantea el espacio como problema, es el problema más evidente pero no el mayor problema que tiene la institución desde el punto de vista archivístico.
La simplificación que se hace de la cuestión de los documentos, una situación pragmática de espacio, de "incomodidad" por el espacio que ocupan los documentos, nos enfrentará a problemas más graves, sobre todo de entendimiento o de perspectiva del asunto.
Si bien este hecho, de buscar un profesional para reducir volúmen de documentos, es un reconocimiento y una de las consecuencias de una adecuada labor profesional, no es la mejor faceta que define a la profesión.
Esto se debe si se quiere a dos circunstancias:
1ro.) El desconocimiento de quienes convocan, acerca de la profesión y sus alcances.
2do.) Lo primero como consecuencia de la falta de promoción de la profesión.
Parece un hecho obvio, pero no lo es tanto.
Es el problema del reconocimiento social de la profesión.
La profesión ha evolucionado con cierta suficiencia hasta ahora.
Se han promovido carreras, unas cuantas son universitarias, y existe una currícula básica de formación profesional.
La profesión está reconocida por el estado. (requisito sine qua non para ser profesión).
Instituciones archivísticas estatales han incorporado a planta algunos profesionales (no de la forma que se pretende pero lo han hecho).
Se han implementado normas internacionales.
Se implementaron sistemas integrados de archivos. Producto de la evolución e incremento de los conocimientos propios de la archivología.
Existen colegios profesionales.
Se han creado asociaciones de archiveros.
Se publica regularmente bibliografía.
Se realizan regularmente eventos de carácter institucional - académico.
Pero la profesión no posee aún el reconocimiento social que gozan otras profesiones.
Hay un interesante informe sobre la Archivología como ciencia, donde se hace incapié en la poca productividad, avances o innovación, de la Archivología en el aspecto científico.
Si se quiere comparar, sale a la luz, que los avances científicos en todas las ramas, las producen en su mayoría, profesionales de la propia ciencia.
Es un interesante punto de análisis.
No creo que se trate de caer en la dicotomía de profesionales o no profesionales, sino en el hecho inevitable que, a la ciencia, a la profesión, a la inserción social, la forjaremos los profesionales, por nuestros medios, nuestra decisión y nuestro interés.
El hecho que haya asumido en el Archivo Histórico Provincial del Chaco, una profesional en Archivos, y si no me equivoco es la primer profesional en Archivología que asume un cargo de esa naturaleza en Argentina, no deja de crear una fuerte espectativa y la certidumbre que el proceso de profesionalización del ámbito público y en particular de la Archivología en Argentina, ha comenzado a ser evidente.
Está comenzando a no bastar ya; trabajar en archivos, dedicarse a la actividad, tener afinidad o ser un interesado.
La Archivología, en sí, está comenzando a ser un ámbito ya de profesionales y de seguro ello deparará en su afianzamiento, en su propio enriquecimiento y en la evolución de la Archivología como ciencia.